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Crónica de las Elecciones Federales 2018
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El laboratorio de 2018: reglas (y resistencias) de los partidos hacia las mujeres

Flavia Freidenberg

9 de noviembre, 2017


México se ha convertido en las últimas décadas en un estupendo laboratorio que permite debatir en torno a una de las preocupaciones más interesantes de las Ciencias Sociales: la interacción entre reglas formales (leyes) y comportamientos políticos así como también en qué medida la ley condiciona el comportamiento de los individuos. Aún cuando la evidencia empírica ha mostrado que no siempre los individuos cumplen con lo que dice la ley; que muchas veces suelen cambiar o interpretar esas reglas según sus intereses y de que se suelen impulsar reglas y prácticas (no escritas) para adaptar, competir e incluso violentar las reglas formales; la experiencia mexicana en materia de derechos políticos de las mujeres da cuenta de que las reglas importan. 

 
La constante reingeniería electoral ha creado múltiples ventanas de oportunidades para que las mujeres puedan participar en mejores condiciones. Desde la cuota mínima hasta la paridad de género aprobada en la reforma político-electoral de 2014, los partidos han sido obligados a ubicar mujeres en las candidaturas, algo que históricamente no habían hecho. Cuando parecía que las reglas estaban claras, los partidos han insistido en todo tipo de resistencias, malas prácticas e interpretaciones minimalistas para no cumplir con lo que decían las normas. 

 
Tres ejemplos de esas resistencias. Primero, los partidos registran varones en las dos fórmulas de la lista de candidaturas a senadurías de mayoría relativa donde tienen más posibilidades de ganar. Segundo, los partidos registran varones en la primera fórmula, donde se han registrado listas con fórmulas mixtas para las senadurías de mayoría relativa (una fórmula integrada por hombres y otra por mujeres), lo cual propicia que estos accedan a un mayor número de senadurías de primera minoría cuando el partido obtiene el segundo lugar de votación en la entidad. Tercero, los partidos suelen encabezar con hombres las candidaturas a senadurías y diputaciones federales por representación proporcional, haciendo que estos tengan mayores posibilidades de acceder al cargo en caso de que se le asigne un número non de diputaciones o senadurías de representación proporcional a dicha fuerza política.  

 
Para evitar esas malas prácticas, el Consejo General del Instituto Nacional Electoral (INE) aprobó el 9 de  noviembre de 2017 un acuerdo en el que se establecen los criterios aplicables para el registro de candidaturas a los 3416 cargos de elección popular que se disputarán en el proceso 2017-2018. En consonancia con la normatividad vigente, la reglas han quedado bien claras y bien fuertes. Los partidos deberán cumplir con una serie de requisitos para el registro de sus candidaturas que se deberá llevar acabo entre el 11 y el 18 de marzo de 2018. Se trata de que los partidos presenten candidaturas con paridad en sus dos dimensiones (vertical y horizontal), en distritos de mayoría relativa y de repreresentación proprocional para el Senado de la República y la Cámara de Diputados así como en los ayuntamientos; haciendo que las listas plurinominales sean encabezadas por una mujer y que cumplan con la alternancia de género; que respeten el criterio de competitividad, evitando ubicar mujeres en distritos perdedores; que la integración de las fórmulas sea del mismo sexo (propietario y suplente) y que haya sanciones por incumplimiento de estas reglas. Si bien muchas de estas reglas ya se había aplicado a nivel local y/o estatal, es la primera vez que regirá a nivel federal. 

 
A pesar de lo contundente de la aprobación de las reglas, algunos partidos impugnaron y el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF) tuvo que pronunciarse para reconfirmar la validez de las mismas. Esto es lo que da cuenta de que las reglas solas no alcanzan. Una vez más, como en elecciones anteriores, las redes de mujeres, las organizaciones de la sociedad civil, los funcionarios y los jueces electorales deberán monitorear el cumplimiento de las normas. Nuevamente, todos deberán estar atentos: a los partidos parecen no gustarles las mujeres o, al menos, eso es lo que han evidenciado con su comportamiento. Se requiere, entonces, más ingenio, más intolerancia a lo inadmisible (como la violencia política en razón de género) y más resistencia a la resistencias de los partidos respecto a la construcción de democracias paritarias. De ello depende la democracia y esa no es una cuestión menor. 

 


Las opiniones son responsabilidad de quien suscribe.

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