Primera impresión del debate presidencial: ¿Y sobre la democracia?
César Fernández Hernández
22 de abril, 2018
De este primer debate presidencial considero que hay dos aspectos a destacar. El primero, y con la información recabada por VerificadoMX, es la (falta de) calidad del debate presidencial. Los datos que presentan nos permiten ver las estrategias y tendencias de los candidatos durante este primer encuentro de cara a las elecciones del 1 de julio. Respecto a los ataques a otros candidatos, es muy clara la posición de Andrés Manuel López Obrador de no atacar y mantenerse mesurado en las discusiones con solo un ataque realizado durante el evento. En cuanto a cambio de tema, podemos ver que López Obrador lidera esa estadística con cuatro cambios realizados. Podemos ver su clara estrategia defensiva que tiene mucho sentido considerando su ventaja en las encuestas, como se aseguró de mencionar durante el debate. Finalmente, quisiera resaltar el hecho de que solo hubo dos propuestas con detalles, las realizadas por José Antonio Meade y Ricardo Anaya, que demuestran que estos debates no son respecto a ideas y propuestas de política pública, sino a descalificaciones y ataques personales.
Segundo aspecto que quisiera destacar sobre el debate fue la terrible discusión respecto al último bloque, aquel que tenía que ver con la democracia, el pluralismo, y lo grupos en situación de vulnerabilidad. Ninguno de los candidatos habló de propuestas o de ideas que tuvieran sobre este tópico en específico, y viendo la calidad de la incipiente democracia mexicana, me parece que es necesario un mayor ejercicio de reflexión al respecto. Mención especial al candidato Jaime Rodríguez que cuestionó a los candidatos si estaban de acuerdo con la segunda vuelta e hizo alusión a la conocida partidocracia en México. También, ni siquiera hubo mención respecto a los grupos vulnerables por la mayoría de los candidatos, con excepción de Ricardo Anaya que, aunque si los mencionó, realmente no propuso ni estableció idea alguna respecto a la solución de los problemas que enfrentan. Esto me parece particularmente preocupante puesto que las democracias liberales están fundamentadas en los derechos civiles que principalmente protege a las minorías, y con candidatos en contra del aborto, en contra de los derechos LGBTQ, que no parecen preocuparse sobre los derechos de los indígenas, y tomando en cuenta las corrientes iliberales a nivel mundial, este bloque del debate debió de haber tenido mucha más atención que los moderadores debieron de haber fomentado. Sobre todo, debió de haber muchos más cuestionamientos respecto a los procesos electorales internos de los partidos, de la situación del Instituto Nacional Electoral, así como de propuestas de reformas político-electorales que mejoren la calidad de la vida democrática en México.
Como conclusión, opino que los candidatos independientes, con apoyo y mayor intervención de los moderadores, pudieron haber nutrido de manera importante el debate sobre aspectos fundamentales en México. No obstante, existe la duda de si aun contando con eso los candidatos no habrían repetido el error de los otros dos bloques de dejar de lado las propuestas y los análisis certeros para únicamente dedicarse a descalificarse entre ellos. De cualquier forma, es mejor tener este ejercicio democrático a no tener ninguno en absoluto.
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