¿Voto diferenciado en elecciones de gobernadores y senadores?
Nicolás Loza Otero
3 de mayo, 2018
Aunque mucho se repite que estamos frente al proceso electoral más complejo de la historia de México, el interés noticioso, de quienes intentamos analizar los acontecimientos políticos en el país y de los electores mismos, tiende a centrarse en las campañas presidenciales. Cuando se tiene enfrente a poco más de tres mil elecciones, es ingenuo pensar que pueden seguirse todas, como también suponer que se confinan en la insularidad de los temas locales.
Hay asuntos de interés general, que sin embargo deben examinarse con observación local. Tal es el caso del voto diferenciado, es decir, de la ocurrencia o no, en qué medida y por qué causas, de preferencias en un mismo individuo por un partido en una elección, local o federal, y por otro partido en otra elección, también local o federal. Algunos le llaman voto diferenciado, otros cruzado o dividido, lo que puede suceder horizontalmente, es decir, entre contiendas de un mismo nivel territorial --por ejemplo, senadores o diputados federales--, o verticalmente, o sea, entre contiendas de distintos órdenes territoriales --por ejemplo, senadores y gobernadores--. Obviamente, puede suceder en ambos ejes, lo mismo en elecciones concurrentes que no concurrentes.
En México, un trabajo de Ángel Nieto en la FLACSO, identificó que el voto dividido en elecciones de ejecutivos local y federal entre los años de 1997 y 2012, fue relativamente bajo, de 6.2%, así como dependiente, en buena medida, del ciclo electoral: cuando las contiendas eran concurrentes, el voto diferenciado fue de 5.3% y cuando no se celebraban en una misma fecha, de 6.3%.
Este año, en los nueve estados en que habrá elecciones de gobernador, MassiveCaller, a través de encuesta telefónica, estima las preferencias para las contiendas de senadores y de gobernador, lo que nos permite aproximarnos al fenómeno de la diferenciación vertical del voto, en este caso, entre las preferencias de los electores para un cargo local y para uno federal. ¿El partido que lidera la elección de gobernador, también lo hace en la de senadores? ¿los niveles de apoyo partidista e incertidumbre son semejantes en ambas contiendas estatales? Como no contamos con los datos individuales sino sólo con los agregados, sub estimaremos la dimensión del fenómeno --por ejemplo, dos individuos que intercambian preferencias en direcciones opuestas, no producen efecto en el agregado por lo cual su voto dividido es invisible, pero existe-- y sólo podremos apuntar, al final, algunas preguntas.
Si las elecciones se hicieran en estos días, de las nueve gubernaturas en disputa, muy probablemente en cuatro ganaría Morena, en una el Movimiento Ciudadano y en cuatro más el PAN. Sin embargo, esa no es la cuenta para la elección de senador, pues de esos nueve estados, en uno ganaría un candidato independiente, en seis Morena y sólo en dos, el PAN. No sobra decir, porque se trata de un hecho sin precedentes, que el PRI no sería mayoría en ninguna de estas contiendas locales o federales. De estas nueve entidades, en seis el mismo partido ganaría la gubernatura y la contienda al senado, pero en tres, se dividirían los vencedores.
Los tres estados en que el ganador de la elección de gobernador difiere del ganador de la contienda de senador son Jalisco, Puebla y Veracruz. El partido que figura en senador tres, sería la primera minoría en esa elección, por lo que podría pensarse que en aquellos casos en que se divide el ganador, la primera minoría sería la del candidato con que se diferenció el voto en la otra elección. Así fue en Veracruz y Puebla, pero en Jalisco hay una variación debido a los esquemas de alianzas local y federal: la primera minoría en la contienda de senador, es el PAN y su alianza, que incluye al Movimiento Ciudadano, en tanto que a la segunda minoría le correspondería un senador también, en este caso al PRI, porque el ganador es un independiente.
Cuando nos centramos en los porcentajes de intenciones de voto que cada uno de los tres grandes contendientes obtiene y no sólo en el ganador, resulta que Morena logra en promedio en estas nueve entidades, 2.1% menos intenciones de voto en la elección de gobernador que en la de senador; el PAN en cambio, mejora en una proporción semejante en las contiendas a las gubernaturas respecto a sus intenciones de voto al senado, pero el que tiene el diferencial más grande es el PRI, que en promedio lograría 4.7 por ciento más votos en las elecciones para gobernador que en las contiendas al senado. Si tomamos como medida de incertidumbre en el proceso a quienes no saben por quién votarían o habiendo aceptado la encuesta, no responden, en los nueve estados hay 3.7% más incertidumbre en las contiendas al senado que en las de gobernador.
De los estados en que el ganador de las contiendas de senador y a las gubernaturas están divididos, el caso más interesante es sin duda Jalisco. Allí, la intención de voto por el candidato a gobernador de Movimiento Ciudadano, Enrique Alfaro, ronda 42 por ciento, aventajando a su más cercano rival, el PRI, en razón de dos a uno. En la contienda al senado, sin embargo, el Movimiento Ciudadano va en alianza con el PAN y el PRD pero se sitúa en segundo lugar, atrás del independiente Pedro Kumamoto, cuyas intenciones de voto son de 28 por ciento. Vale la pena apuntar que si en esta entidad el PRI compitiera en la elección a senadores con los mismos socios que en la presidencial, podría ser la primera y no la segunda minoría. En las otras dos entidades con división de ganadores, los competidores punteros son los mismos así como la pauta de la división de sus victorias: quien por ahora aventaja en la elección de gobernador --el PAN--, sería la primera minoría en la de senadores.
Sin duda, las cifras finales, los ganadores y pautas de diferenciación del voto, serán al menos un poco distintas a éstas, pero la revisión documenta la división de votos, confirmando que en democracia no hay ganadores absolutos ni electores monocromáticos y que los niveles de diferenciación son relativamente bajos, quizá por efectos de la concurrencia.
De este repaso, surgen preguntas que podemos hacernos aunque por ahora no estemos en condiciones de responder: ¿cuál es la dimensión real del cruce de votos? ¿cuán grande respecto a la que ocurre entre las elecciones de gobernador y senadores es en otros pares de contiendas? ¿quiénes dividen sus votos? ¿por qué lo hacen, qué buscan? Y particularizando a partir de nuestros limitados resultados: ¿por qué en el caso de Morena hay una muy ligera merma en su desempeño en la contienda de gobernadores respecto a la de senadores? ¿por qué en el PAN es al revés? ¿por qué para el PRI el agregado de la división de voto es mayor que para el PAN y Morena? ¿qué significa que el PRI tenga más alta intención de voto en las contiendas de gobernador que en las de senadores? ¿por qué hay más indecisos en las contiendas al senado que en las de gobernador?
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